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2 | LAS ZAPATILLAS ROJAS
Parafraseando a Siri, me gusta mirar a los hombres
que miran a las mujeres que aparecen en los
mitos y cuentos populares (Siri Hustvedt, digo, no
la secretaria virtual de apple). Pero a decir verdad
nunca dejan de sorprenderme sus miradas.
Cuando Mr. Tavella me asignó sus zapatillas rojas,
la alegría de suponer que iba a encontrarme en territorios
más que conocidos por mí hizo que un
primer contacto con sus lyrics me agarrara desprevenida
y me descolocara un poco. “Pero…¿qué
dice? ¿Con que fascinado con la bailarina, eh? ¡Si
este cuento es una advertencia despiadada contra
la adicción, obsesión, división y mutilación! ¡así es
como terminamos las mujeres, tan bien educaditas,
nosotras, generando pequeños engaños y
doble vida para poder respirar… sí, tan miedositas
siempre del colectivo superyóico, hasta que un día
la cloaca se nos desborda y nos salimos de curso,
fuera de control, y hasta terminamos, desesperadas,
en la casa del verdugo! ¡Si este cuento se llamaba
“las zapatillas candentes del demonio”
hasta que el buen andersen lo tituló más laico y
minimalista… un infierno, las zapatillas rojas,
cuando están en tus propios pies! ¡rojo del semáforo,
“Pare”, red flag, capa del torero en cámara
lenta, hacete cargo si flirteas con el diablo, querida!”.
Y así. Pero Mr. Tavella, qué va, parece un
Odiseo embelesado frente a las sirenas, pidiendo a
gritos que lo desaten del mástil de una vez para
poder ir a ellas hasta con el último poro; deseoso
de perderse en los ofídicos ojos hipnóticos de Kaa
mientras giran y giran en espiral (según la versión
Walt disney); renunciando a creerse el polo poderoso
con tal de que Caperucita lo atonte primero
con su roja belleza y su misterio, antes de devorarlo
en la parrilla.
“Qué curioso, me dije. “el tipo mira a la bailarina
y la desea, pero la bailarina a lo único que puede
atender es primero a sus zapatillas rojas, y después
a sus pies sangrando… “. Y es que yo
siempre leí y revisé este cuento bajo la óptica de
una mujer protagonista: vida demasiado domesticada
/ autotraición / hambre del alma / placebos
engañosos / adicción / hacha. Bailar está
bueno, claro, pero tener que cortarse las piernas
por no poder parar, no tanto. fin. Me vi, entonces,
en un primer desconcierto (acostumbrada,
como toda mujer, a la mirada transexual, ese
mirar por los ojos del protagonista hombre de
las novelas, el narrador masculino, el héroe de
las películas, y ajustarlo automáticamente a mi
mirada, casi sin reparar en ello) porque no se me
había pasado por la mente que quizás los
hombres sí pueden admirar la belleza brutal de
las bailarinas que están a punto de morir de
agotamiento diabólico, o explorar entre pétalos si
mequiere/nomequiere en vez de identificarse
con su drama como propio. es decir, pueden seguir
viendo a la mujer como lo otro. “Con que así
funciona esto ¿eh?... a mí no se me ocurriría
imaginar que retengo al divino Odiseo en una
isla durante siete años y satisfago mis bajos instintos:
yo sufriría por no poder salir de allí, igual
que él, pero eso debe ser por la transexualidad
aprendida… acá está pasando algo muy distinto,
algo que tendré que investigar un poco antes de
sacar conclusiones…”.
así que me puse a la tarea. Y, claro, me di de
bruces contra el Ánima. esa figura femenina interna,
engañosa y vital que los hombres proyectan
en las mujeres que los impactan (o será que
ellas los impactan porque son su Ánima proyectada,
vaya uno a saber / el viejo C.G.jung, mientras
tanto, empina una copa acodado en un bar
de Zúrich y se ríe de nosotros). Software que
viene preinstalado en la psique masculina o, peor
aún, hardware indistinguible del propio ser: arquetipo
natural. Mujer peligro. Guía celestial.
Carnada infernal que los arroja a la vida. Encantadora
de serpientes, gata, femme fatale, a Mr.
Tavella no se le escapa la condición de arquetipo
de su Ánima bailarina: “Por ahí dicen que las
piernas le cortaron / pero yo sé que todavía
sigue bailando”. es eterna. la sabe perdida en el
inconsciente, pero desde ahí su poder se vuelve
infinito: no hay caso, se queda bobo, se afloja, es
ella la bruja que lo embruja. renuncia a las clásicas
capacidades analíticas masculinas, pobre,
como todo hombre poseído por su Ánima (es
decir, por eros). Y queda a su merced: si a ella se
le antojara, sería la que se comería al lobo…
¡alerta! Pero su belleza, ay, su brutal belleza…
Mejor seguir mirando un poco más.
(al fin de cuentas, también en la versión masculina
del cuento encontré el tema de la adicción a lo que
puede destruirnos. debe ser un leitmotiv).
Pero no nos engañemos: la bailarina de zapatillas
rojas de Mr. Tavella cautiva solo a los hombres, no
a los humanos todos, como afirma la letra. Y los
cautiva porque los embelesa, pero también porque
los toma prisioneros desde el interior de sus propias
psiques, los pone en cautiverio. las mujeres,
en cambio, salimos corriendo frente a su presencia,
al menos mientras no nos corten las piernas.
un infierno, las zapatillas rojas, cuando están en
tus propios pies.
Gabriela Onetto

lyrics

la bailarina de las zapatillas rojas
te embruja con su danza te deja bobo
de ser caperucita si se le antoja
sería la que se comería al lobo
la bailarina es de una belleza tal
que no cautiva solo a los humanos
animales, plantas y aeroplanos
bailan al ritmo de esta femme fatale
con sus zapatitos rojos
va bailando sin enojo
observándola me aflojo
y en su sudor me mojo
con sus zapatillas rojas
perdida en el inconsciente
margaritas que deshoja
mi afiebrada mente
la bailarina del cuento de Andersen
da tantos giros que no sabe ya cuantos son
y por ahí dicen que las piernas le cortaron
pero yo se que todavía sigue bailando
la bailarina es de una belleza brutal
con sus zapatos color escarlata
encantadora de serpientes, gata
bailamos al ritmo de esta femme fatale
con sus zapatitos rojos
va bailando sin enojo
observándola me aflojo
y en su sudor me mojo
con sus zapatillas rojas
perdida en el inconsciente
margaritas que deshoja
mi afiebrada mente

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from Fuera de la realidad, released August 7, 2017

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Otro Tavella & Los embajadores del buen gusto Montevideo, Uruguay

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